BiGBoYFTA2000
12-26-2009, 02:07 PM
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Cuando uno uno está en desarrollo como pelotero, en lo único que uno sueña es con jugar al menos un partido de Grandes Ligas. En mi caso, nunca pensé que iba a jugar en doce juegos de Estrellas, o en dos Series Mundiales. Mucho menos, que uno iba a tener opciones de llegar al Salón de la Fama.
Por eso, ese primer partido tiene un gran valor para todos los peloteros. Después de tantos sacrificios, de tantos momentos duros en las Menores, cuando finalmente llega ese primer juego es como un sueño.
Sabía que estaba cerca en 1987. Tuve un buen año en Wichita, Kansas, la Doble A de los Padres, y estaría en el 'spring training' al año siguiente con buenas posibilidades.
En 1988, tuve tremendo spring training. Lideré al equipo en bateo y hasta en jonrones en ese entrenamiento. Estaba seguro de que me quedaba en el equipo, pero el último día de la primavera me bajaron a Triple A.
Tengo que admitir que fue una de las noticias más duras y más tristes que he recibido. Por suerte, mi padre estaba ahí, era coach de los Padres, y me dijo: "tú vas a llegar". Me pidió que me mantuviera tranquilo y calmado, porque pronto regresaría.
Así fue. Después de cinco juegos en las Menores, mi hermano y Joey Cora me dijeron: "empaca que vas para el Big Show".
Los Padres habían usado a Randy Ready en segunda base, pero no estaba bateando lo suficiente y yo estaba luciendo bien. Así que llegué a Los Angeles para enfrentarme a los Dodgers.
Cuando llegué al hotel, me encontré con mi padre, que estaba lleno de alegría. No podía creerlo. Estaba en el roster de un equipo de Grandes Ligas a los 20 años. Iba a enfrentarme en mi primer juego a Fernando Valenzuela.
Pero para mi debut también tuve que esperar. Ese día el juego se suspendió por lluvia y era el último juego de la serie. Asi que viajamos a San Diego en autobús, en donde nos esperaban los Astros de Houston.
Y llegó el 22 de abril de 1988. Ese día, nos enfrentábamos a los Astros de Houston, y el lanzador era nada más y nada menos que Nolan Ryan.
Es impresionante como es la vida; las vueltas que da la vida. Cuando era pequeño mi hermano y yo íbamos durante los veranos a California cuando mi papá jugaba con los Angelinos. Me metía en el terreno y me hacía tiradas...con Nolan Ryan. Llegar a las Grandes Ligas y enfrentarte a la misma persona con la que te hacías tiradas de pequeño es algo grandioso, que marca a uno para siempre.
Más aún, pegar el primer hit de las Mayores, en el primer turno...y a Nolan Ryan, eso es algo que uno va a recordar para siempre. No podía creer que estaba allí, pero en la cuenta de 0-2, bateé una roleta en el hoyo entre siore y tercera para mi primer hit.
Ryan fue uno de los lanzadores más duros a quien me enfrenté y él luego se desquitó: fui el último out de su séptimo 'no hitter' con un ponche.
Con los Padres, maduré como jugador y como persona. Cada día que pasaba, era un día que más fuerte trabajaba. Tuve a mi padre, a Garry Templeton y a Tony Gwynn como mentores, pero siempre observaba lo que hacían todos los peloteros. Sabía que era difícil llegar, pero más difícil mantenerse y seguí los pasos de los que más trabajaban. Garry Templeton, que estaba al lado mío en el siore, me ayudó muchísimo con los errores de jóvenes que uno compete. Tony Gwynn y Jack Clark, con el bateo y mi padre con todo.
Jugué 2,379 juegos en las Mayores y unos cuantos más en la postemporada. Pero ese primer juego en las Grandes Ligas es bien especial. Es el primero que uno soñó y se dio mejor que como lo había soñado.
Nota de Redacción: Roberto Alomar hace un recuento fiel de las memorias de su primer día en las Mayores y de sus primeros años con los Padres de San Diego.
Tal como se lo relató a Hiram Martínez
Cuando uno uno está en desarrollo como pelotero, en lo único que uno sueña es con jugar al menos un partido de Grandes Ligas. En mi caso, nunca pensé que iba a jugar en doce juegos de Estrellas, o en dos Series Mundiales. Mucho menos, que uno iba a tener opciones de llegar al Salón de la Fama.
Por eso, ese primer partido tiene un gran valor para todos los peloteros. Después de tantos sacrificios, de tantos momentos duros en las Menores, cuando finalmente llega ese primer juego es como un sueño.
Sabía que estaba cerca en 1987. Tuve un buen año en Wichita, Kansas, la Doble A de los Padres, y estaría en el 'spring training' al año siguiente con buenas posibilidades.
En 1988, tuve tremendo spring training. Lideré al equipo en bateo y hasta en jonrones en ese entrenamiento. Estaba seguro de que me quedaba en el equipo, pero el último día de la primavera me bajaron a Triple A.
Tengo que admitir que fue una de las noticias más duras y más tristes que he recibido. Por suerte, mi padre estaba ahí, era coach de los Padres, y me dijo: "tú vas a llegar". Me pidió que me mantuviera tranquilo y calmado, porque pronto regresaría.
Así fue. Después de cinco juegos en las Menores, mi hermano y Joey Cora me dijeron: "empaca que vas para el Big Show".
Los Padres habían usado a Randy Ready en segunda base, pero no estaba bateando lo suficiente y yo estaba luciendo bien. Así que llegué a Los Angeles para enfrentarme a los Dodgers.
Cuando llegué al hotel, me encontré con mi padre, que estaba lleno de alegría. No podía creerlo. Estaba en el roster de un equipo de Grandes Ligas a los 20 años. Iba a enfrentarme en mi primer juego a Fernando Valenzuela.
Pero para mi debut también tuve que esperar. Ese día el juego se suspendió por lluvia y era el último juego de la serie. Asi que viajamos a San Diego en autobús, en donde nos esperaban los Astros de Houston.
Y llegó el 22 de abril de 1988. Ese día, nos enfrentábamos a los Astros de Houston, y el lanzador era nada más y nada menos que Nolan Ryan.
Es impresionante como es la vida; las vueltas que da la vida. Cuando era pequeño mi hermano y yo íbamos durante los veranos a California cuando mi papá jugaba con los Angelinos. Me metía en el terreno y me hacía tiradas...con Nolan Ryan. Llegar a las Grandes Ligas y enfrentarte a la misma persona con la que te hacías tiradas de pequeño es algo grandioso, que marca a uno para siempre.
Más aún, pegar el primer hit de las Mayores, en el primer turno...y a Nolan Ryan, eso es algo que uno va a recordar para siempre. No podía creer que estaba allí, pero en la cuenta de 0-2, bateé una roleta en el hoyo entre siore y tercera para mi primer hit.
Ryan fue uno de los lanzadores más duros a quien me enfrenté y él luego se desquitó: fui el último out de su séptimo 'no hitter' con un ponche.
Con los Padres, maduré como jugador y como persona. Cada día que pasaba, era un día que más fuerte trabajaba. Tuve a mi padre, a Garry Templeton y a Tony Gwynn como mentores, pero siempre observaba lo que hacían todos los peloteros. Sabía que era difícil llegar, pero más difícil mantenerse y seguí los pasos de los que más trabajaban. Garry Templeton, que estaba al lado mío en el siore, me ayudó muchísimo con los errores de jóvenes que uno compete. Tony Gwynn y Jack Clark, con el bateo y mi padre con todo.
Jugué 2,379 juegos en las Mayores y unos cuantos más en la postemporada. Pero ese primer juego en las Grandes Ligas es bien especial. Es el primero que uno soñó y se dio mejor que como lo había soñado.
Nota de Redacción: Roberto Alomar hace un recuento fiel de las memorias de su primer día en las Mayores y de sus primeros años con los Padres de San Diego.
Tal como se lo relató a Hiram Martínez